Estocolmo

 

Música: Víctor Manuel Rivas Dávalos


Poema y voz: Mónica Nepote


Mi rostro tiene la huella de tu puño cerrado,
un sello cardenal.
Es perfecta la armonía,
el sollozo contenido,
corazones rabiosos.
Nos pienso así:
divinos, enlutados,
atrincherados en nuestras propias bombas
de tiempo.
La sumisión,
los cerrojos.
Ciega soy, estatua rota.
Si un dios decadente nos filmara
hasta el fin del mundo,
aquí estaría
roja y liada
ante mi hermoso verdugo.
7. Un ave cae (fragmento)
Música: Gonzalo Macías
Poema y voz: Eduardo Padilla
No él ave, o la—
ésta es sencilla,
anónima desde el huevo.
Acaso se desploma, se sumerge, se hace bomba,
pero concordamos en que un descenso
se está dando.
El reverso de esta carta sería preguntarle al gusano por el ave
que viene a incomodarlo:
“El ave asciende” dirá,
piadoso.
Si yo digo que un ave cae
lo digo sencillo
sin mayor aspiración
que realizar un ligero asentimiento.
Cuando la muerte toque a mi puerta
la recibiré con tan ligero asentimiento
que la haré sentir que realizó el viaje en balde.
Es de mala educación, cortar a la mitad la broma de tu vecino.
Adelantarse al desenlace de un circuito ya oído.
Lo correcto es fingir sorpresa.
Si yo digo que un ave cae es porque aspiro a lo incorrecto

 

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