Luigi Russolo

 

 

El arte de los ruidos - Manifiesto Futurista

traducción de manuel rocha iturbide


Querido Balilla Pratella, gran compositor futurista,

En el abarrotado Teatro Constanzi de Roma, mientras escuchaba la ejecución orquestal de tu revolucionaria MUSICA FUTURISTA con mis amigos Marinetti, Boccioni, y Balla, he concebido un nuevo arte: El Arte de los Ruidos, la lógica consecuencia de tus maravillosas innovaciones.
Hoy en día, el arte musical crece y se vuelve cada vez más complicado, buscando combinaciones de sonidos mas disonantes, mas extrañas, y mas rudas para el oído. Es decir, que este arte se acerca cada vez más al sonido del ruido.
Esta evolución de la música es comparable a la multiplicación de las maquinas, que en todos lados colaboran con el hombre, y no tan solo en la ruidosa atmósfera de las grandes ciudades, sino también en el campo que hasta hace muy poco era normalmente silencioso. Hoy en día, la máquina ha creado tal variedad de ruidos, que la monótona ligereza del sonido puro ya no nos provoca emoción alguna.
Para poder excitar y despertar nuestra sensibilidad, la música ha evolucionado hacia las polifonías más complejas, y hacia una increíble variedad de timbres y colores; ha buscado las mas complejas sucesiones de acordes disonantes, que han preparado un vago camino dirigido hacia la creación del RUIDO MUSICAL. El oído del hombre del siglo dieciocho no hubiera soportado la intensidad inarmoniosa de algunos acordes producidos por nuestra orquesta, pero nuestro oído actual siente placer por ellos, ya que se ha educado en la vida moderna, tan prodiga por sus distintos ruidos. Sin embargo, nuestro oído no está aún satisfecho y conforme, y pide por emociones acústicas aun mas fuertes.
Necesitamos salirnos fuera de este círculo limitado de sonidos y conquistar la infinita variedad de los ruidos sonoros.
No se puede objetar que los ruidos tengan un alto volumen y que sean desagradables al oído. Me parece innecesario enumerar todos los delicados y sutiles ruidos que nos producen sensaciones placenteras.
Para estar convencidos de la sorprendente variedad de ruidos, uno necesita pensar tan solo en el retumbar de la tormenta, en el chiflido del viento, en el rugir de la cascada, en el gorgoteo del arrollo, en el craquido de las hojas, en el trotar del caballo a la distancia, en el crujir de la las ruedas de un carro en la calle, en el lleno, solemne y blanco aliento de la ciudad por la noche. Piensa en todos los sonidos emitidos por bestias salvajes y por animales domésticos, y en todos los sonidos que los hombres pueden hacer sin tener que hablar y cantar.
Si cruzamos una grande y moderna capital con nuestros oídos más sensibles que nuestros ojos, nos complaceremos entonces en distinguir la circulación del agua, del aire y del gas en pipas de metal, el murmurar de los motores que respiran y pulsan con animalidad indisputable, la vibración de las válvulas, el insistente trabajo de los pistones, los rechinidos de las sierras mecánicas, el comenzar de los tranvías sobre los rieles, el craquelar de las cuerdas, el ondear de las banderas. Nos divertiremos al orquestar en nuestra imaginación el ruido de las persianas metálicas de una tienda, los distintos silbidos de los trenes de una estación, los trabajos metalúrgicos, las fabricas tejedoras, las imprentas, las plantas eléctricas y los trenes subterráneos.
Cada manifestación de la vida está acompañada por el ruido. El ruido es entonces familiar para nuestros oídos y tiene el poder de recordar súbitamente a la vida. El sonido, dislocado de la vida, siempre musical, algo en si mismo, un elemento ocasional y no necesario, se ha convertido para el oído en lo que para nuestro ojos resulta un lugar familiar y común. El ruido en cambio, llegando a nosotros de manera confusa e irregular de la caótica confusión de la vida, nunca se nos revela enteramente y guarda siempre innumerables sorpresas. Estamos entonces seguros de que al seleccionar, coordinar y controlar todos los ruidos, enriqueceremos a la humanidad con un nuevo e insospechado placer de los sentidos. A pesar de que la característica principal del ruido es la de recordarnos la vida brutalmente, el Arte de los Ruidos no debería limitarse a una reproducción imitativa. Este arte logrará su mayor poder emocional en el disfrute acústico en si mismo, y tan solo la inspiración del artista sabrá como desplegarlo a través de la combinación de los distintos ruidos.


He aquí las 6 familias de ruidos de la orquesta futurista que pronto realizaremos mecánicamente:
1 : Rugidos con gis, Truenos, Explosiones, Rugidos, Bangs, Booms

2: Chiflidos, Gisss, Puff

3: Voz baja, Murmurar, Gorgotear, Gruñir

4: Rechinidos, Humms, Frotar, Craquelar, Hojas callendo

5: Sonidos obtenidos mediante el golpeteo de: metales maderas pieles piedras cerámica etc

6: Voces de animales y de gente: gritos, quejidos, l loriqueos, cascabeles, aullidos, ladridos, etc


Con esta lista hemos incluido lo mas característico de los sonidos fundamentales. Los otros sonidos son solo asociaciones y combinaciones de estos.
Los movimientos rítmicos de un ruido son infinitos. Siempre existe, como con la frecuencia, un ritmo predominante, pero alrededor de este ritmo pueden escucharse otros numerosos ritmos secundarios.


Fragmentos del manifiesto futurista seleccionados y traducidos por Manuel Rocha Iturbide. Russolo Luigi. L'art des bruits. in L'année 1913, vol 3 (Klincksieck).