El Baño de Frida Kahlo

El Baño de Frida Kahlo

Duration: 08:37

For: Two digital tracks. A comission from the FONOTECA NACIONAL DE MEXICO and the Frida Kahlo Museum.

After Frida Kahlo´s death in 1954, her husband Diego Rivera decided to close two bathrooms with objects and documents belonging to Frida. In 2004 the rooms were reopened. One of these spaces was photographed by Mexican photographer Graciela Iturbide, using some of Frida´s objects stored there, such as here crutches, a Stalin poster, a dissected turtle, an apron with blood, etc.


In this sound work I was trying to create a sort of Frida´s portrait, specifically in the context the that small space where she would hide (her private bathroom), and where there was only a bath tub and two small pieces of wooden furniture.


This is not the Frida that suffers, but the Frida still child that lets her self go, traveling (thanks to the effect of water) to the most profound subconscious space of her psyche. My composition is equally inspired in the surrealist painting “Lo que el agua me dejó” (“what the water left me”), realized in 1938, where Frida is inside the bath tub filled with water, where different beings like insects, the empire state building, a volcano, Frida´s parents, etc, grow from within. All these icons are related to the internalization of her intense and complex life.

 


Lo que el agua me dejó Frida Kahlo 1939

 

Después de la muerte de Frida Kahlo en 1954, Diego Rivera decidió cerrar dos baños con objetos y documentos de la artista. En 2004 se reabrieron las puertas de estos dos espacios. Uno de los baños fue fotografiado por Graciela Iturbide, utilizando objetos como sus muletas, un cartel de Stalin, una bata con sangre, etc, y disponiéndolos de distintas formas en el espacio. Las imágenes de la fotógrafa ofrecieron un interpretación artística completamente nueva de Frida, y se convirtieron en una especie de retrato subjetivo de la pintora mexicana, muy alejado de los estereotipos que normalmente se manejan en torno  a ella.


Mi amigo Alvaro Hewevich, director de la FONOTECA nacional, tuvo la idea de que realizara una obra en torno al baño de Frida, que sería expuesta y mostrada junto con las imágenes de Graciela. La idea surgió un poco de un intento por establecer una colaboración entre fotógrafa y artista sonoro, entre madre e hijo. Evidentemente, yo ya conocía el trabajo de mi progenitora, y había sufrido ya una cierta influencia ante esa nueva visión de Frida que en lo personal, me parecía de una quietud mezclada con un algo misterioso difícil de describir. Por esta razón, era para mi muy importante visitar el baño (que ahora funge como una pequeña bodega en el museo), e intentar escuchar y ver que ideas podrían surgir de esa visita, que por supuesto, estaría acompañada de sendas grabaciones que se convertirían en la base de mi obra.


Mi idea entonces fue tal vez análoga a la de mi madre, intenté crear un retrato sonoro de Frida Kahlo, específicamente en el contexto de ese pequeño espacio de recogimiento que fue su baño, en donde solo había una pequeña tina y dos muebles (una cajonera y un armario en los que por cierto guardaba cosas íntimas como las cartas de sus amantes). No es la Frida que sufre, sino la Frida  aún niña, que se deja ir, que viaja (gracias al efecto del agua) a lo mas profundo de su mundo subconsciente. Mi obra estuvo igualmente inspirada en el cuadro surrealista “Lo que el agua me dejó” realizado en 1938, en donde Frida esta dentro de su tina, de la cual surgen distintos entes como insectos, el empire state building, un volcán, sus padres, etc. Todos estos íconos relacionados con la interiorización de su intensa y compleja vida.


Aunque la música electroacústica no debería de traducirse en palabras, este es un texto en el que se habla de algo que no se puede escuchar, y por lo tanto, nos quedamos un poco en un vacío absurdo que tendría que ser llenado por una descripción un poco futíl, pero que por lo menos intente expresar como se ensamblaron las ideas sónicas que se tejen en esta composición.


La obra comienza con un acorde de piano tocado al revés y en seguida al derecho (técnica muy antigua de la música concreta), lo que nos da un crescendo y luego un decrescendo, un gesto totalmente contrario al ataque normal del piano que comienza con la tésis y termina diluyéndose. En seguida aparecen (tan solo una vez en la obra) los sonidos de la cajonera, en donde se escucha como se abre o se cierra lentamente el pequeño cajón en donde seguramente se resguardaban algunos secretos, culminando siempre con algún golpe que corta el sonido con un dramatismo sutil. Al mismo tiempo, se comienzan a escuchar gotas que caen de la llave de la tina, y poco después surgen los sonidos de los movimientos del agua, como si estuviéramos jugando o enjuagándonos con ella. Vienen luego los sonidos de los insectos que no parecen surgir de la tina, sino del subconsciente de Frida. Todos estos sonidos antes descritos son acompañados siempre por sonidos frecuenciales de carácter sinusoidal, sacados de las grabaciones del paisaje sonoro del cuarto de baño, mediante una técnica inventada por mi llamada convolución substractiva, tratándose entonces de una metáfora con la que intento revivir a las frecuancias aún vibrantes de ese espacio que estuvo muerto tantos años, pero que no estaban muertas, sino que simplemente se encontraban atrapadas.


En una posible segunda parte, aunque en realidad la obra siempre fluye constantemente así como fluye el agua de un baño de tina destinado a tranquilizar y purificar mente, cuerpo y espíritu, surgen varios sonidos repetitivos de pájaros y nuevos sonidos de insectos (cigarras), además de una sutil respiración que podría pasar desapercibida, pero que intenta reflejar el ritmo de una respiración profunda, vital, que trae consigo sonidos electroacústicos texturales procesados mediante técnicas de síntesis cruzada. Se trata de sonidos acuáticos, pero irreales, sonidos de torrentes que descienden hacia el subconsciente. Y así termina la obra, con estos flujos que poco a poco van desapareciendo, y mientras tanto, también de manera subliminal, podría o no percibirse el canto de una pequeña niña que surge muy del fondo de esos sonidos. Esa niña es la Frida no sufriente, la Frida lúdica, gracias a la cual tal vez puedo esta artista sobrevivir tantos años de dificultades y sufrimiento físico y espiritual, ya que la Frida destructora o destruida, paradójicamente, solo pudo existir gracias a la Frida niña, a ese espíritu creador que tiene la gran virtud de conservarnos y sanarnos.

 

Foto de la serie El Baño de Frida, de Graciela Iturbide.