TACTOS

For six digital traks plus optional performers

Tactos for six digital tracks (tape version)

This was a comission for the new blind library of the Ciudad de los Libros in the Ciudadela, México City made by the architect Mauricio Rocha Iturbide, a place devoted for the blind, and where I did not only create this work (thinking of the visually impaired), but also comissioned other mexican sound artist to produce sound works thinking of their situation such as Javier Alvarez, Rogelio Sosa, Roberto Morales, Luz María Sanchez and Tere Novelo Pavia.

In my personal work, I produced sounds blindly starting up from my tact, using my fingers and my nails. My idea was to use different disposable receptacles from daily life, like different sizes plastic bottles, soda cans or cardboard containers like cereal boxes, etc. Each one of these objects represent virtual architectural spaces with specific acoustic characteristics that when amplified are converted into resonance boxes analog to different musical instruments. The work starts with finger strokes, and develops with different tactile techniques, ending up with the destruction of the objects.

In a new version (not this one), I performed the work live, my self becoming part of the previously recorded actions, and in this way, the visibility of the objects and the visual action contextualized the work, giving it a real and plastic role that interplays with the already existing sound element.

 

 

En esta obra abordo el paradigma de la producción de sonidos a ciegas a partir del tacto, utilizando mis dos manos, mis dedos y mis uñas. La idea fue la de utilizar distintos receptáculos de la vida cotidiana, como pueden ser botellas de plástico de distintos tamaños (Peñafiel de un litro, Bonafont de 5 litros, o un pequeñísimo Yakult), latas de refresco, empaques de comida de cartón como una caja de cereal Cheerios, otros empaques de plástico como uno de ensalada hidropónica, ollas y sartenes, etc. Cada uno de estos objetos representa espacios arquitectónicos virtuales, pequeños claro, pero al final, cada uno cuenta con características tímbricas y acústicas específicas que en el momento de ser amplificadas con un micrófono se convierten en espacios equivalentes a las cajas de resonancia de distintos instrumentos musicales.

En la obra exploro distintas maneras de tocar los objetos (en el sentido sensual del tacto), yendo desde la resonancia del objeto con un solo golpe de dedo, a ritmos repetidos continuos, ritmos discontinuos, la acción de acariciar los objetos, de frotarlos, de apretarlos, de cachondearlos, y finalmente de destruirlos. Es un proceso que va del orden al desorden, de la exploración ordenada y arquitectónica, a la exploración estocástica, orgánica y caótica. Esta obra es el comienzo de una fase de exploración táctil, intuitiva, improvisada, pero también ordenada, de objetos aparentemente inútiles y obsolescentes. Me he convertido entonces en un ensamble de percusión, gracias a la posibilidad de super imponer distintas grabaciones. La obra pude llegar a desarrollarse en el futuro como una instalación sonora que utiliza los objetos originadores de los sonidos, o como una posible ejecución en vivo de estos objetos con uno o varios instrumentistas.

La obra fue un encargo para la biblioteca de Invidentes en la Ciudadela, diseñada por el arquitecto Maurcio Rocha Iturbide y estuvo inspirada en los sofisticados mundos sonoros que una persona invidente puede llegar a conocer a través del tacto, aunque yo a mi vez encargué a otros artistas sonoros mexicanos a realizar obras sonoras pensando en la condición de los invidentes. Algunos de ellos son: Javier Alvarez, Rogelio Sosa, Roberto Morales, Luz María Sánchez y Tere Novelo Pavia.

En una versión posterior, hice la obra en vivo,yo mismo me convirtiendome en parte presente de las acciones hechas anteriormente, de este modo, la visibilidad de los objetos y la acción visual en si contextualiza la obra y le da un elemento plástico real concreto que juega con el elemento sonoro que ya existía.