Sonido en sociedad.
Israel Martinez
www.israelm.com
Poencia dada en el festival "Visiones Sonoras"Noviembre
26 2007 . Morelia, México.
.
La idea de trabajar con el sonido como materia prima para diversos fines
estéticos o incluso formatos, artísticos o no, viene desarrollándose
desde hace varias décadas. Hoy en día, las herramientas tecnológicas
han tendido puentes entre los usuarios y las formas de creación,
haciendo que vivamos en un mundo influenciado por las nuevas tecnologías,
tanto para uso profesional, cotidiano e incluso como entretenimiento, sobretodo
en las metrópolis o las ciudades de cierto desarrollo económico
y social.
Hoy, la gente está un poco más acostumbrada a la audición
del ruido, o del sonido más allá de su concepción musical,
armónica, rítmica, tonal, etc. Si quisiéramos convocar
a nuevos públicos para las artes sonoras, las músicas electroacústicas
o experimentales, tendríamos que ser conscientes en la manera en
que se plantean las cosas ante la gente y buscar una forma accesible que
resulte fácil de entender. Entonces por qué no utilizar las
herramientas a las que están habituados para explicar un poco estas
manifestaciones artísticas que tienen como base el sonido.
En general, el concepto que tiene la sociedad sobre la música electrónica
se refiere a la música bailable compuesta con medios electrónicos
para fiestas, clubes, bares o ambientes festivos, congregaciones masivas,
etc. La gente desconoce el ámbito académico y sobretodo el
carácter de investigación, exploración, experimentación
que incluso rebasa el espectro artístico, es decir, los estudios
acústicos, científicos, biológicos, etc. Cuando la
gente escucha músicas experimentales electrónicas jamás
tiende a relacionarla con esa idea festiva que tienen de la música
electrónica.
De lo que sí es consciente es de este mundo de sonidos sintéticos,
extraños, deformes, que siempre tienden a catalogarse como ruido.
Lo que la sociedad en general no ha analizado y asumido, es que vive rodeada
por estos sonidos sintéticos, procesados, empaquetados en tecnología
y resultado de estas investigaciones, experimentaciones o exploraciones,
con fines artísticos o, simplemente, laborales.
La telefonía celular ha puesto en boga melodías y sonidos
sintéticos que suelen ser del agrado del usuario. Pasar tiempo en
la computadora representa estar escuchando sonidos sintéticos tan
peculiares como el encendido de los procesadores, las alarmas propias del
sistema y el software, o los ritmos “experimentales” que provocan
los mensajes del Messenger.
Las aglomeraciones y sus resultantes sonoras. La sinfonía de motores
en cualquier alto o en los pasos a desnivel. Los bruscos cambios de velocidad
en un autobús público. El sonido apabullante de las máquinas
en las plantas industriales, la bomba del agua, el taladro del vecino. Pasamos
mucho más tiempo del que creemos, o del que racionalizamos, en relación
con los sonidos no musicales o lo que llamamos comúnmente ruido.
En el ámbito de las artes, una de las disciplinas que logra mayor
convocatoria es el cine, que además en esencia es una rama multidisciplinaria
al utilizar el sonido, la teatralidad y la poética en su forma y
fondo. Si lográramos quitar la imagen en una película y dejáramos
el sonido en una sala con asistentes, estos podrían tener un inmejorable
acercamiento al tratamiento del sonido como disciplina artística,
incluso un poco a la acusmática y en general a la exploración
del sonido.
Cuando algunas personas se encuentran ante una situación en concierto
o simplemente escuchando música experimental, electroacústica
u obra sonora, su primer comentario suele ser de asombro ante la audición
de muchos sonidos ruidosos en conjunto y casi inmediatamente hacen referencia
al cine. Mostrando mi trabajo en mi estudio a varios amigos, familiares
y otra gente que tiene escasa o nula experiencia con las artes sonoras he
recibido comentarios como:
- “¿No has pensado en trabajar musicalizando películas?”
- “Suena como en el cine, como ruidos y atmósferas de un lado
para otro”
- “Es como si le quitaras los diálogos al cine”
Bajo esta perspectiva, quizá sería más sencillo acercar
a nuevos públicos con una previa explicación que, si bien
no intentara engañar o utilizar al cine como pretexto, si sensibilizara
a través de ejemplos cotidianos como la experiencia de ir a una sala
de cine, para entender las estéticas o disciplinas que usan el sonido
como materia de exploración.
Estamos más cerca del ruido de lo que imaginamos, muchas veces en
medio. Hay que expresárselo a la gente. No puede ser posible que
un técnico que labora en una casa televisora diga que odia la música
electrónica, cuando todo el día se programan sonidos, frases
o gestos sintéticos sonoros para vestir y musicalizar la programación,
anuncios y cortinillas del canal. No puede ser que un director de teatro
niegue la música experimental cuando utiliza paisajes sonoros, ambientes
sintéticos y sonidos atonales en sus obras. La educación o
sensibilización es más sencilla de lo que parece, pero para
que esto se dé tenemos que empezar por convencernos de que nuestro
trabajo tiene que salir a las calles y dejar el egocentrismo académico
y/o experimental. Tenemos que devolver a la sociedad lo que hemos “mamado”
de ella a través de experiencias cotidianas que alimentan nuestra
creación, que son fuente de inspiración, tenemos que ennoblecer
estas disciplinas, por mas avant-garde que puedan parecer.
Música electrónica, música experimental, nuevas generaciones
Hace dos años, en la primera edición del Festival Visiones
Sonoras, el compositor y artista sonoro Rogelio Sosa dio una conferencia
donde dejo en claro su postura hacia el escaso interés de la academia
en términos de música electroacústica, a lo que pasaba
en otros circuitos como la música experimental o la electrónica
alternativa. Comentó que un festival de música electroacústica
era casi como un Congreso de Doctores, en donde todos se saludan, se felicitan
y enaltecen su trabajo, unos a otros sin salir de esa pequeña esfera.
En la segunda edición de este mismo festival, en una plática
ofrecida por el compositor Javier Álvarez, un joven del público
asistente, preguntó cuál era su opinión sobre el involucramiento
de la música pop en el campo de la exploración sonora, en
donde a menudo se ve mayor experimentación o riesgos en cuanto a
las formas y estéticas que en el mismo campo autodenominado experimental
o académico. No se ahondó en el tema y se continuó
con una plática más formal.
En 1999 el concurso anual Prix Ars Electronica, cambió el nombre
de la categoría de Computer Music por Digital Musics, resultando
ganadores del máximo premio, el Golden Nica, Aphex Twin y Chris Cunningham,
con la canción – video “Come to Daddy”, uno de
los temas – además – menos experimentales de Aphex Twin,
con una estructura de rock industrial y un excelente trabajo de video. Para
el 2000, Ars Electronica tuvo que dedicar más espacio de lo habitual
en su catálogo impreso para hablar del “nuevo statement”
de Ars Electronica en cuanto a músicas electroacústicas, por
computadora, digitales, experimentales o pop alternativas. Se declaró
abiertamente el escaso interés por la tradición electroacústica
académica y fue evidente una apertura hacia nuevos ejercicios, estéticas
y lecturas de lo que podía representar la vanguardia.
Cientos de músicos, compositores, medios especializados, etc. expresaron
“la vanguardia ya no está en el ámbito académico”.
Se referían a que las tendencias populares habían tomado lo
más atractivo del panorama vanguardista para mezclarlo con sus propias
inquietudes y dar como resultado algo que incluso sonaba más nuevo
que todo lo que se hacía en la academia.
Personalmente no veo tan dramático este renglón, creo que
es un proceso lógico la influencia de la academia al ámbito
popular, que de forma recíproca paga a la academia con una estética
transformada, reciclaje y una nueva búsqueda a final de cuentas.
No lo veo como una derrota de la experimentación, la academia o la
vanguardia, sino todo lo contrario, un proceso evolutivo lógico.
Y en este sentido es el ambiente académico o experimental el que
tiene que tender nuevos lazos para atraer nuevos públicos.
En Europa, y en menor escala en Estados Unidos, se organizan, por ejemplo,
festivales en donde el tema del sonido es bastante amplio. Los asistentes
pueden escuchar en reproductores personales y audífonos obra de compositores
contemporáneos y electroacústicos del siglo pasado. Pueden
apreciar instalaciones al aire libre, obra audiovisual en pequeños
cuartos, escuchar conciertos vespertinos de música experimental,
digital o no, y finalmente terminar la experiencia con un espacio más
dedicado a la música bailable o pop con tendencias a la exploración:
break beats, intelligent dance music, minimal techno y un largo etcétera.
Este tipo de iniciativas ponen en el mismo plano de importancia apreciar
a Lygetti, Stockhausen, Pauline Oliveros, Alva Noto, Fennesz, Plaid, Toy
Orchestra, Thomas Felhman o Dat Politics, por ejemplo, artistas o compositores
de diferentes rangos pero todos en búsqueda de nuevas expresiones
del sonido. Es la manera de juntar a diferentes generaciones y documentar
a las más nuevas, decirles que detrás de esos glitches y drills
hay una historia dentro de la música, académica o no. Cabe
destacar que con mayor frecuencia en los últimos tiempos, este tipo
de festivales incluyen también arte conceptual, acciones in situ,
conferencias, mesas de debate y otras actividades alternativas que involucran
más a diferentes tipos de espectadores.
En mi experiencia asistiendo a estos festivales en países como Inglaterra,
Alemania y España, he visto a un público relativamente joven
abierto a muchas estéticas y con conocimiento de la historia digamos
académica de la música electrónica. Pero me pregunto
si existe un interés recíproco departe de la vieja generación
que creció en los institutos, ¿estarán interesados
en escuchar a los jóvenes compositores o músicos?. Un académico
posiblemente no este interesado en escuchar la fusión del dub jamaiquino
con la microscopía sonora, pero posiblemente el que realiza esta
última propuesta si ha escuchado varias piezas compuestas con síntesis
granular desde el laboratorio de una universidad.Proyectos que involucran
a la gente
El artista sonoro Francisco López realizó en Septiembre de
2006 un proyecto en Montreal, dentro de la Bienal de Arte Electrónico
Champ Libre, en la que trabajó con gente ciega. Algunas personas
con los ojos vendados fueron guiados de la mano o el brazo por un ciego
recorriendo el centro de una ciudad. La experiencia fue muy fuerte como
comenta el artista, depositar tu seguridad en un ciego es muy difícil,
ya que su guía es lo auditivo, lo sonoro. Este proyecto agudiza la
percepción sonora de quien sí puede ver y al final puede resultar
hasta un ejercicio de gran contenido poético. Convoca a una gran
reflexión en torno al sonido y su importancia en nuestra vida cotidiana,
gracias a ejercicios como este podemos empezar a tomar conciencia del enorme
campo sonoro y su influencia en el mundo que nos rodea. ¿Por qué
no involucrar a la sociedad en general a este tipo de proyectos?.
Las instalaciones interactivas, net-art, proyectos audiovisuales –
complejos o no, con lenguajes de programación o herramientas sencillas
de utilizar – existen varios formatos en donde el sonido es partícipe
y es atrayente para nuevos públicos. Más allá de la
composición, la publicación de CD’s o el formato del
concierto, existen muchas formas de acercar a la gente y generar nuevos
públicos.
En mi caso he realizado algunas piezas en los últimos dos años
influenciado por análisis sobre cuestiones sociales, por ejemplo,
el tema del automóvil en nuestra vida.
En un país como México el auto es de suma importancia, a diferencia
de otras ciudades del mundo, sobretodo primer mundo, en donde existe un
transporte colectivo público de gran calidad. En México no
tenemos un buen servicio público, algunas ciudades como D.F. y Guadalajara
son ya muy grandes en extensión territorial, además los horarios
no benefician salir de noche a las calles y la seguridad arriba y debajo
de autobuses o minibuses no es la mejor. ¿Qué nos queda? La
utilización masiva de automóviles, como en Estados Unidos,
nuestro país modelo.
Desde que nacemos – si las condiciones económicas son aptas
– nuestros padres nos transportan en automóvil, vamos a la
escuela, con los amigos o los parientes en auto. Al llegar nuestra adolescencia
el auto se convierte en un símbolo de autonomía, tomar el
volante es tomar las riendas de nuestra vida, la independencia y con ello
las primeras cervezas, besos y fajes dentro del auto, los más campeones
hasta relaciones sexuales comienzan a tener, los más avanzados hasta
en movimiento lo hacen. En el auto viajamos, platicamos, escuchamos las
noticias, gritamos, conocemos el mundo, nuestras carencias, nuestros problemas.
En el auto gastamos una cantidad importante de dinero y de tiempo. Además
vivimos con el temor constante de la muerte, sí, la muerte por accidente
automovilístico, esa tensión nunca pasa, hay que estar siempre
precavidos.
Mi resumen es que en el auto pasamos muchas cosas importantes de nuestra
vida, que tan importantes serán que hasta morimos dentro de él,
en algunas ocasiones; o ya muertos, nos transportan al velorio y el entierro.
Primero compuse una pieza (Mi Vida, 2006) creada con sonidos de autos: encendidos,
marchas, trayectorias, interiores, alarmas, frenos, choques, partes despedazadas
o en movimiento independiente. La idea fue narrar un simple paseo que termina
en un accidente, pero esta historia no se cuenta de forma lineal, sino de
un momento a otro no continuo de la historia y ligando estas partes a través
de cierta musicalidad experimental a través de procesos digitales
con el sonido. Esta pieza en formato de concierto me ha permitido invitar
a la gente a que imagine su propia historia de lo que sucede con ese automóvil,
a sentir que van en él. También solicité unas imágenes
sobre competencias de choque de autos y todo el proceso de reciclaje de
automóviles en Tijuana, al artista visual Salvador Ricalde, alias
VJ Sal. Aunque este formato de presentación de la pieza con video,
aún está en proceso de evaluación para conciertos,
ya que al ilustrar el video de alguna manera le quita ese carácter
imaginativo a la gente en relación al sonido y la situación
del auto. Cabe mencionar que esta pieza recibió el Premio de Distinción
en el Prix Ars Electronica 2007.
Hace unos meses fui invitado por el Festival Transitio 2007 para realizar
una nueva pieza sonora con el tema del automóvil. La curaduría
Im-polis realizó un proyecto llamado Suspensión, con la idea
de ahondar en el análisis o reflexión entre el sonido, el
automóvil y diversos aspectos sociales y políticos de las
metrópolis. Hay que señalar que el formato final de presentación
de este proyecto era que la gente subiera a dar paseos en una camioneta
equipada con audio, por el centro del D.F., de manera que escucharía
la pieza con una ruta trazada previamente por el artista y con la ayuda
de un conductor.
Al proyecto asistieron tanto gente de la comunidad artística, participantes
del festival Transitio, así como personas que escasa o nula relación
tenían con el arte. La manera en que relacionaron los sonidos con
los sitios por donde circulaban es resultado de la suma de imágenes
y recuerdos que pasan por su mente, es la activación de la memoria
colectiva e individual. Cabe señalar que el conductor de la camioneta
llegó a conocer la pieza de manera que aceleraba o detenía
la camioneta para poder llegar a determinados lugares donde se pretendía
para ciertas partes de la pieza. Al final el conductor tomó un papel
casi como director de orquesta, ya que conociendo una “partitura”
fue dándole intensidad y ritmo a la pieza. Este factor, por ejemplo,
jamás lo imaginamos ni curadores ni artistas.
En resumen este tipo de proyectos son interesantes porque involucran a la
gente con el arte sonoro en una forma poco usual, expande la idea de la
exploración del sonido, en este caso a nivel social. Además
por supuesto que en el proceso existe la realización de grabaciones
de campo, la organización de los materiales sonoros, la composición
como tal, las evaluaciones personales sobre el desarrollo de la obra, el
análisis social, y un sinfín de tareas que enriquecen todo
el proyecto, yendo más allá de simplemente construir una obra
sonora bonita para que suene bonito en un concierto bonito.
Es tiempo de manifestar abiertamente las influencias que hemos recibido del mundo donde habitamos cotidianamente y regresar a él esta inspiración con nuestro trabajo, nuestra obra.