El
arte de los ruidos - Manifiesto Futurista
traducción
de manuel rocha iturbide
Querido Balilla Pratella, gran compositor futurista,
En el abarrotado Teatro Constanzi de Roma, mientras escuchaba la ejecución
orquestal de tu revolucionaria MUSICA FUTURISTA con mis amigos Marinetti,
Boccioni, y Balla, he concebido un nuevo arte: El Arte de los Ruidos,
la lógica consecuencia de tus maravillosas innovaciones.
Hoy en día, el arte musical crece y se vuelve cada vez más
complicado, buscando combinaciones de sonidos mas disonantes, mas extrañas,
y mas rudas para el oído. Es decir, que este arte se acerca cada
vez más al sonido del ruido.
Esta evolución de la música es comparable a la multiplicación
de las maquinas, que en todos lados colaboran con el hombre, y no tan
solo en la ruidosa atmósfera de las grandes ciudades, sino también
en el campo que hasta hace muy poco era normalmente silencioso. Hoy
en día, la máquina ha creado tal variedad de ruidos, que
la monótona ligereza del sonido puro ya no nos provoca emoción
alguna.
Para poder excitar y despertar nuestra sensibilidad, la música
ha evolucionado hacia las polifonías más complejas, y
hacia una increíble variedad de timbres y colores; ha buscado
las mas complejas sucesiones de acordes disonantes, que han preparado
un vago camino dirigido hacia la creación del RUIDO MUSICAL.
El oído del hombre del siglo dieciocho no hubiera soportado la
intensidad inarmoniosa de algunos acordes producidos por nuestra orquesta,
pero nuestro oído actual siente placer por ellos, ya que se ha
educado en la vida moderna, tan prodiga por sus distintos ruidos. Sin
embargo, nuestro oído no está aún satisfecho y
conforme, y pide por emociones acústicas aun mas fuertes.
Necesitamos salirnos fuera de este círculo limitado de sonidos
y conquistar la infinita variedad de los ruidos sonoros.
No se puede objetar que los ruidos tengan un alto volumen y que sean
desagradables al oído. Me parece innecesario enumerar todos los
delicados y sutiles ruidos que nos producen sensaciones placenteras.
Para estar convencidos de la sorprendente variedad de ruidos, uno necesita
pensar tan solo en el retumbar de la tormenta, en el chiflido del viento,
en el rugir de la cascada, en el gorgoteo del arrollo, en el craquido
de las hojas, en el trotar del caballo a la distancia, en el crujir
de la las ruedas de un carro en la calle, en el lleno, solemne y blanco
aliento de la ciudad por la noche. Piensa en todos los sonidos emitidos
por bestias salvajes y por animales domésticos, y en todos los
sonidos que los hombres pueden hacer sin tener que hablar y cantar.
Si cruzamos una grande y moderna capital con nuestros oídos más
sensibles que nuestros ojos, nos complaceremos entonces en distinguir
la circulación del agua, del aire y del gas en pipas de metal,
el murmurar de los motores que respiran y pulsan con animalidad indisputable,
la vibración de las válvulas, el insistente trabajo de
los pistones, los rechinidos de las sierras mecánicas, el comenzar
de los tranvías sobre los rieles, el craquelar de las cuerdas,
el ondear de las banderas. Nos divertiremos al orquestar en nuestra
imaginación el ruido de las persianas metálicas de una
tienda, los distintos silbidos de los trenes de una estación,
los trabajos metalúrgicos, las fabricas tejedoras, las imprentas,
las plantas eléctricas y los trenes subterráneos.
Cada manifestación de la vida está acompañada por
el ruido. El ruido es entonces familiar para nuestros oídos y
tiene el poder de recordar súbitamente a la vida. El sonido,
dislocado de la vida, siempre musical, algo en si mismo, un elemento
ocasional y no necesario, se ha convertido para el oído en lo
que para nuestro ojos resulta un lugar familiar y común. El ruido
en cambio, llegando a nosotros de manera confusa e irregular de la caótica
confusión de la vida, nunca se nos revela enteramente y guarda
siempre innumerables sorpresas. Estamos entonces seguros de que al seleccionar,
coordinar y controlar todos los ruidos, enriqueceremos a la humanidad
con un nuevo e insospechado placer de los sentidos. A pesar de que la
característica principal del ruido es la de recordarnos la vida
brutalmente, el Arte de los Ruidos no debería limitarse a una
reproducción imitativa. Este arte logrará su mayor poder
emocional en el disfrute acústico en si mismo, y tan solo la
inspiración del artista sabrá como desplegarlo a través
de la combinación de los distintos ruidos.
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He aquí
las 6 familias de ruidos de la orquesta futurista que pronto realizaremos
mecánicamente:
1 : Rugidos con gis, Truenos, Explosiones, Rugidos, Bangs, Booms
2: Chiflidos, Gisss, Puff
3: Voz baja, Murmurar, Gorgotear, Gruñir
4: Rechinidos, Humms, Frotar, Craquelar,
Hojas callendo
5: Sonidos obtenidos mediante el golpeteo
de: metales maderas pieles piedras cerámica etc
6: Voces de animales y de gente: gritos,
quejidos, l loriqueos, cascabeles, aullidos, ladridos, etc
Con esta lista hemos incluido lo mas característico de los sonidos
fundamentales. Los otros sonidos son solo asociaciones y combinaciones
de estos.
Los movimientos rítmicos de un ruido son infinitos. Siempre existe,
como con la frecuencia, un ritmo predominante, pero alrededor de este
ritmo pueden escucharse otros numerosos ritmos secundarios.
Fragmentos del manifiesto futurista seleccionados y traducidos por Manuel
Rocha Iturbide. Russolo Luigi. L'art des bruits. in L'année 1913,
vol 3 (Klincksieck).
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